Capítulo XVI. En el que se relata cómo Pachacútec reconstruyó la ciudad del Cusco y la distribuyó entre los suyos (Juan de Betanzos)
Después
de que Pachacútec estableciera el calendario anual, organizara las
festividades, creara relojes y disfrutara de un merecido descanso durante dos
años, decidió permanecer en su pueblo. Durante este tiempo, permitió que los
naturales y caciques sujetos a su dominio descansaran y se recuperaran del
arduo trabajo que habían realizado, y que repararan los canales de la ciudad
del Cusco. También les dio tiempo para sembrar y cosechar grandes cantidades de
alimentos, con los cuales podrían abastecerse y contribuir a la ciudad del Cusco
y a sus depósitos.
Una
vez que consideró que su persona y los demás habían descansado lo suficiente,
convocó a una reunión con los principales de la ciudad del Cusco. En dicha
reunión, expresó que la ociosidad había llegado a su fin y que era momento de
que los caciques y señores bajo su dominio trajeran alimentos y suministros a
la ciudad del Cusco, acompañados por la mayor cantidad de gente posible. Les
anunció su intención de reconstruir la ciudad del Cusco con edificios que tenía
en mente, y para esto era necesaria una gran cantidad de personas.
Para
llevar a cabo este proyecto, era necesario que algunos señores de la reunión
salieran de la ciudad y reclutaran a aquellos dispuestos a participar. Una vez
decididos los voluntarios, nombraron a diez señores y veinte orejones, quienes
partieron de inmediato hacia los pueblos y provincias para reunir y proveer lo
necesario para la reconstrucción.
Pachacútec
y los demás señores que se quedaron, una vez concluida la consulta, recorrieron
el perímetro de la ciudad en un radio de cinco leguas. En ese espacio buscaron
y examinaron lugares con sierras y sitios donde pudieran extraer piedras,
cantera, barro y tierras para preparar las mezclas necesarias para los
edificios. Encontraron que en el sitio de Sa....... [¿?] había una gran
cantidad de piedra y canteras extensas.
Visto
esto por Pachacútec y los demás señores, y sabiendo que tenían acceso a una
abundante provisión de cantera, regresaron a la ciudad. Al llegar, organizaron
inmediatamente la manera de traer y transportar la cantera, para lo cual
ordenaron la fabricación de una gran cantidad de sogas y gruesas maromas hechas
de nervios y cueros de ovejas.
Una
vez hecho esto, Pachacútec trazó el diseño de la ciudad y mandó a hacer modelos
de barro que representaran cómo imaginaba la futura edificación. Al mismo tiempo,
los orejones y señores que habían ido a buscar provisiones y reunir gente para
la construcción regresaron con una gran cantidad de personas y alimentos, tal
como la historia ha relatado.
Al
llegar los caciques, saludaron al Inca con el respeto habitual, y él los
recibió con entrañable amor. Decidieron entonces descansar y celebrar durante
cinco días, y así lo hicieron.
Al
cabo de estos cinco días, Pachacútec consideró oportuno organizar el inicio de
la construcción de la ciudad. Pensando que la gente recién llegada ya había
descansado lo suficiente, ordenó a los caciques que reunieran a sus respectivos
grupos en una llanura. Una vez reunidos, le asignó a cada grupo la tarea
específica que debían realizar y las instrucciones necesarias.
Divididas
las tareas, mandó a algunos que trajeran piedra tosca para los cimientos y a
otros que aportaran barro adecuado para las casas y edificios de la ciudad.
Otros fueron designados para acarrear cantería para la construcción, una vez
que los cimientos alcanzaran la altura y solidez requeridas. Además, ordenó la
fabricación de adobes de barro y tierra pegajosa, mezclados con una gran
cantidad de paja similar al esparto de España, para asegurar que los adobes
fueran bien compactados y resistentes. Estos adobes se utilizarían en la
construcción, desde la base de cantería hacia arriba, hasta que los edificios
alcanzaran la altura deseada.
Pachacútec
también dispuso que se trajera y acarreara una gran cantidad de madera de
alisos largos y rectos, especificando las longitudes y medidas necesarias.
Asimismo, para asegurar que la mezcla utilizada en el revestimiento de las
paredes, tanto interiores como exteriores, se adhiriera adecuadamente y no se
agrietara, ordenó que trajeran una gran cantidad de cardones llamados haguacollaquisca.
El jugo de estos cardones se usaría para untar las paredes. La mezcla, bien
amasada y mezclada con lana o paja finamente molida, se aplicaría sobre las
paredes mojadas con el jugo de los cardones, proporcionando un acabado lustroso
y duradero a los edificios.
Todo
lo que habéis oído, habiéndose ya provisto todas estas cosas, los señores y
caciques se levantaron y pusieron en marcha la construcción de los edificios y
el acopio de los pertrechos necesarios. Entonces, Pachacútec ordenó que todos
los habitantes de la ciudad del Cusco desalojaran sus casas, llevando consigo
todas sus pertenencias y trasladándose a los pueblos cercanos. Una vez hecho
esto, mandó derribar todas las casas antiguas, y, tras limpiar y nivelar el
terreno, él mismo, junto con los demás señores de la ciudad, trazó y midió con
un cordel los solares y casas que debían construirse, así como sus cimientos y
estructuras. Acto seguido, se abrieron los cimientos.
Con
todos los pertrechos necesarios ya en su lugar, comenzaron a construir la nueva
ciudad y sus casas. En estas obras participaron cincuenta mil indígenas
continuamente hasta que se completaron. Desde que Pachacútec ordenó reparar las
tierras y ríos de la ciudad, y comenzara la construcción, hasta que todo estuvo
terminado, transcurrieron veinte años.
Cuando
la ciudad estuvo finalmente construida y perfeccionada, Pachacútec convocó a
todos los principales del Cusco y demás vecinos a reunirse en una llanura.
Allí, presentó el plano de la ciudad y la maqueta de barro que había ordenado
hacer. Con esta referencia, distribuyó las casas y solares ya edificados entre
los señores del Cusco y los demás vecinos, todos ellos orejones descendientes
de su linaje y de los señores que le habían precedido desde el tiempo de Manco
Cápac.
Mandó
que sus tres amigos señores poblasen desde las Casas del Sol hacia abajo, hasta
la confluencia de los dos ríos. En ese espacio de casas entre los dos ríos, y
desde las Casas del Sol hacia abajo, estableció lo que llamó Hurin Cusco, que
significa "el Bajo Cusco". La parte final de este sector se llamó
Pumapchupa, que significa "cola de león". En este sitio se asentaron
estos tres señores y sus linajes, dando origen a los tres linajes de Hurin Cusco:
Vicaquirao, Apomayta y Quiliscache Urcoguaranga.
De las
Casas del Sol hacia arriba, abarcando todo lo que ocupan los dos arroyos hasta
el cerro donde ahora está la fortaleza, Pachacútec dio y repartió los terrenos
a los señores más cercanos a él, parientes directos y descendientes de su
linaje por línea recta, hijos de señores y señoras de su misma familia. En
contraste, los tres señores a quienes mandó poblar desde las Casas del Sol
hacia abajo, como ya habéis oído, eran hijos bastardos de señores, aunque de su
linaje, nacidos de mujeres extranjeras a su nación y de baja condición. A estos
hijos así nacidos los llamaban guacchaconcha, que significa "descendientes
de pobre gente y baja generación"; y aunque fueran hijos del Inca, se les
llamaba así y no se les consideraba ni respetaba como señores, sino como
orejones comunes.
Debéis
saber que el Inca, como señor, tiene una mujer principal, que debe ser de su
familia y linaje, su hermana o prima hermana. A esta mujer la llaman
piuiguarmi, o mamanguarmi, y la gente común, al saludarla, la llaman Рахха Yndi
Usus Çapaicoya Guacchacoyac, lo que significa "luna e hija del sol y única
reina amiga de los pobres". Esta señora debía ser, por padre y madre,
directamente de la familia del Inca, sin ninguna mezcla de guacchaconcha, como
ya habéis oído. El Inca la recibía como su mujer principal el día que tomaba la
borla del Estado y la insignia real, y los hijos de esta señora se llamaban
piuichuri, que significa "hijos legítimos", siendo el mayor de ellos
el heredero del Estado.
Si el Inca
moría dejando a un hijo demasiado joven para gobernar, lo proclamaban señor y
le ponían la borla en la cabeza, aunque estuviera aun mamando, y a este niño lo
llamaban Guaina Capac, que significa "joven rey". Aunque algunos
interpretaban erróneamente este nombre como "joven rico", ya que, en
su lengua, capa sin la ce postrera significa rico, y guaina significa joven;
pero el nombre correcto es Guayna Capac, que significa "joven rey".
Asimismo,
había confusiones con el nombre Viracocha, que algunos pensaban que significaba
"manteca del mar" o "espuma del mar", ya que en su lengua
vira significa manteca y cocha significa mar. Sin embargo, este nombre
realmente significa dios. Cuando los españoles llegaron a esta tierra, los
llamaron por este nombre y los consideraron dioses.
Volviendo
a nuestra historia, cuando un Inca moría dejando a un niño como heredero, sus
tutores y gobernadores se encargaban de dirigir el reino hasta que el niño
alcanzara la edad suficiente para gobernar. Si el Inca, además de su esposa
principal (la piuiguarmi), tenía otras cincuenta mujeres, todas hermanas o
parientes suyas, los hijos nacidos de estas uniones no heredaban el trono. Solo
el hijo de la esposa legítima tenía derecho a la sucesión. En caso de que la
piuiguarmi no tuviera hijos varones o solo tuviera hijas, el sucesor sería el
hijo mayor de cualquiera de las otras mujeres, siempre y cuando demostrara
capacidad para gobernar. Si ninguno de los hijos resultaba apto, se elegía al
más competente entre sus hermanos, y a este se le casaba con una de sus
hermanas en la misma manera que el padre había hecho con la piuiguarmi.
Volviendo
al reparto de la ciudad y sus casas, Pachacútec distribuyó las tierras de
acuerdo a lo ya mencionado, quedándose con las casas y solares que consideraba
suficientes para él. Para asegurar que en la ciudad no hubiese mezcla de otras
gentes ni generaciones que no fueran la suya y la de sus orejones, dado que
quería que Cusco fuera la ciudad más insigne de toda la tierra y a la que todos
los demás pueblos debían servir y reverenciar, similar a la antigua Roma, ordenó
que el linaje de Alcavicça, el cacique que Manco Cápac encontró en el sitio
original del Cusco, se estableciera cerca de la ciudad, a unos dos tiros de
arcabuz de distancia. Así lo hicieron, y Pachacútec les brindó apoyo para
construir sus casas. Este nuevo asentamiento se nombró Cayaucache.
De
esta manera, los de Alcavicça fueron desplazados de la ciudad del Cusco,
quedando sujetos y subordinados al nuevo orden. Se podría decir que un huésped
llegó y los echó de su casa.
Fin
Compilado y hecho por Lorenzo Basurto Rodríguez
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