Betanzos - Capítulo LXV y LXVI sobre el nacimiento de Atahualpa, Huáscar y Paulo, entre otros eventos de esa época.
Capítulo
LXV: De cómo Huayna Cápac salió de la ciudad del Cusco, recorrió su territorio,
llegó a Cochabamba, y sobre el nacimiento de Atahualpa, Huáscar y Paulo, entre
otros eventos de esa época.
Después
de disfrutar del valle de Yucay, Huayna Cápac decidió partir y se dirigió a
Ayaviri, donde permaneció tres meses cazando y divirtiéndose. Luego, regresó a
la ciudad del Cusco, donde se quedó un mes antes de volver a salir. A su
regreso, encontró a su hijo Atahualpa recién nacido, lo cual le alegró
enormemente, y organizó una gran celebración por su nacimiento.
Cuando
Atahualpa cumplió un año, su padre ordenó que le cortaran el cabello, según la
costumbre del Cusco, y se celebró otra fiesta solemne en su honor. Durante esta
ceremonia, todos los nobles y señoras del Cusco le ofrecieron regalos. En este
evento, su padre le dio el nombre de Atahualpa. Es importante mencionar que,
según la tradición, cuando nace un hijo, se celebra una fiesta cuatro días después
de su nacimiento y otra al cumplir un año, durante la cual se le corta el
cabello. En esta ocasión, los familiares y nobles presentes ofrecen valiosas
joyas de oro y plata según sus posibilidades, y le ponen un nombre que llevará
durante su infancia. Al alcanzar la edad adecuada, se le realiza otra ceremonia
para ser ordenado como orejón, momento en el cual se le horadan las orejas y se
le asigna el nombre por el cual será conocido y que indica su linaje en el Cusco.
Así se celebró la fiesta de Atahualpa.
Después
de disfrutar su estancia en Cusco, Huayna Cápac decidió visitar la provincia de
Collasuyo. Antes de partir, encargó la crianza de su hijo Atahualpa a Yamque
Yupangue, su primo hermano; a Hilaquita, su tío; y a Topa Inca, su hermano.
Nombrándolos gobernadores del reino hasta su regreso, emprendió el viaje para
conocer la provincia del Collao, que había sido alabada por su tierra llana, su
numerosa población, su prosperidad ganadera y sus bien pobladas provincias.
Así, Huayna Cápac se puso en marcha.
Cuando
Huayna Cápac llegó a la provincia de Cacha, a dieciocho leguas del Cusco,
observó en medio de un llano la huaca de Viracocha, de la que ya habíamos
hablado. Preguntó por qué esa huaca estaba en ese lugar, y los habitantes de la
provincia le contaron sobre el milagro que allí había realizado Viracocha y el
fuego que había caído del cielo, quemando el cerro. Al escuchar esta historia y
ver la quemazón, quiso que se recordara mejor este acontecimiento. Así, ordenó
la construcción de un gran galpón y una casa junto al cerro quemado. Esta
estructura es la mayor de la región, con una anchura de ochenta pies y una
longitud de cien pasos.
El
diseño del galpón era notable debido a la falta de madera suficientemente larga
para cubrir su gran anchura. Por ello, se construyó una pared central que iba
de un extremo al otro del galpón, con numerosas puertas y ventanas finamente
labradas. La distancia entre esta pared y las paredes exteriores del galpón era
de cuarenta pies. En el medio de este espacio se erigieron pilares redondos y
altos, sobre los cuales se colocó una viga maestra que permitió cubrir el
galpón. Las maderas desde los pilares alcanzaban la viga maestra, y desde esta
viga se extendían otras maderas hasta la parte superior de la pared central.
Una
vez finalizada la construcción, se celebraron allí fiestas y sacrificios en
honor a Viracocha. Además, alrededor del galpón se edificaron muchas casas,
donde se instalaron numerosas mamaconas que Huayna Cápac ofreció y otras muchas
yanaconas para brindar diversos servicios.
Una
vez completada la construcción, Huayna Cápac se marchó y continuó su recorrido
visitando y examinando las provincias y los territorios de cada pueblo. Se
dedicó a delimitar las tierras y establecer orden y buen gobierno en todas partes.
Durante su trayecto, hizo mucho bien, otorgando grandes dádivas y favores, como
era su costumbre.
Así
recorrió toda la provincia de Collao, realizando estas tareas, hasta llegar al
pueblo de Cochabamba, a ciento sesenta leguas de la ciudad del Cusco. Al
llegar, inspeccionó las guarniciones militares que su padre, Topa Inca
Yupangue, había dejado en esa provincia y sus alrededores. Tras evaluar y
reorganizar estas guarniciones según lo que consideró más adecuado para la
mejor conservación de su territorio y señorío, decidió regresar a la ciudad del
Cusco.
En su
camino de regreso, al llegar al pueblo de Tiwanaku, a ochenta leguas del Cusco,
nació su hijo, al que llamó Paulo, y organizó una celebración por su
nacimiento. Continuando su viaje, llegó al pueblo de Huáscar, a cuatro leguas
del Cusco, en una zona llamada Mohina. Allí nació otro hijo, al cual llamó Huáscar,
en honor al nombre del pueblo. Este Huáscar fue quien más tarde tendría
conflictos con Atahualpa.
Después
de estas celebraciones, Huayna Cápac finalmente regresó a la ciudad del Cusco.
Capítulo
XLVI: En el que se relata cómo Huayna Cápac permaneció en la ciudad del Cusco
disfrutando de sus recreaciones y el nacimiento de Cuxi Yupangue, su sobrino,
hijo de Yamque Yupangue, su primo hermano.
Cuando
Huayna Cápac regresó a la ciudad del Cusco, tras su viaje a Cochabamba y su
visita a Collao, la cual tomó cuatro años, encontró a su hijo Atahualpa ya
crecido y amado por todos los señores del Cusco en ese tiempo.
Al
llegar de ese largo viaje, Huayna Cápac, ya algo viejo, fue recibido por los
señores del Cusco, quienes, conociendo su afición por recorrer el reino y
guerrear, temían que, debido a su edad, podría morir en algún lugar distante
sin haber nombrado un sucesor. Por ello, se presentaron ante él y, después de
rendirle homenaje y ofrecerle dones, le hablaron sobre su preocupación. Cabe
mencionar que, siguiendo una constitución establecida por Pachacútec, nadie
debía presentarse ante el señor con las manos vacías, sino que siempre debían
llevar algo para ofrecer, ya fuera fruta, verdura, flores, pájaros u otras
cosas. Esta costumbre persiste hasta hoy entre los señores y señoras de la
ciudad del Cusco.
Los
señores se acercaron a Huayna Cápac y le dijeron: "Solo señor, que vivas
por muchos años. Ya sabes que somos mortales y que algún día el sol, tu padre,
te llamará para llevarte consigo. Venimos a rogarte que, en la edad que tienes
ahora, nombres al hijo que consideres tu sucesor para después de tus
días". A lo que Huayna Cápac respondió: "¿Qué habéis visto en mí para
venir a decirme esto? ¿Acaso me veis tan viejo como a mi abuelo Pachacútec, a
quien le temblaban las manos y brazos de viejo? Yo me ocupo de esto y cuando lo
considere adecuado, nombraré al que crea que gobernará de la mejor
manera".
Luego
mandó traer a su hijo Atahualpa, un niño tan hermoso que se alegró mucho al
verlo y comentó que en sus facciones veía un parecido con su padre, Túpac Inca
Yupanqui. Tras esto, dijo a los señores: "¿Por qué venís a mí con estas
palabras sobre mi muerte fuera de esta ciudad? ¿No tenéis aquí a este muchacho
y a otros hijos míos a quienes podéis nombrar después de mis días? Y si acaso
muriese fuera de esta ciudad y mis hijos fuesen tan jóvenes que no pudiesen
gobernar, ¿no hay entre vosotros señores que puedan mandar el reino hasta que
se nombre al hijo mío con mejor capacidad para ser señor?".
Los
señores no quisieron responderle a Huayna Cápac, pues lo que le habían dicho
tenía un trasfondo. Sabían que él tenía muchos hijos nacidos de hijas de
señoras de la ciudad del Cusco y de su linaje. Atahualpa era hijo de una señora
del Cusco llamada Pallacoca, quien pertenecía a la línea de Pachacútec y era
prima segunda de Huayna Cápac, además de bisnieta de Pachacútec. El padre de
Pallacoca se llamaba Llapcho, nieto de Pachacútec e hijo de un hijo suyo. Estos
eran los padres y abuelos de Atahualpa, vinculados al linaje de Capa Caillo, el
linaje de Pachacútec.
Huáscar,
por su parte, era hijo de una mujer llamada Ragua Ocllo, de la nación de Hurin Cusco
y también emparentada con Pachacútec. Ragua Ocllo tenía muchos parientes que
eran señores de Hurin Cusco y también principales en la ciudad. De esta manera,
Huayna Cápac tenía muchos hijos e hijas emparentados de diferentes maneras con
los linajes mencionados.
Los
señores del Cusco, viendo que estos hijos eran aún niños y que, si Huayna Cápac
muriera en ese momento sin haber nombrado un sucesor, podría surgir una gran
confusión, decidieron pedirle que nombrara a su sucesor. Temían que, sin una
decisión clara, la elección del sucesor podría generar conflictos entre los
distintos linajes. Los parientes de cada hijo querrían que el suyo fuera el
sucesor, lo que podría llevar a enfrentamientos y escándalos.
Por
esta razón, se acercaron a Huayna Cápac para pedirle que nombrara un sucesor.
Sin embargo, él respondió como ya hemos oído, negándose a tomar una decisión al
respecto.
Estando
en la ciudad del Cusco, un señor se acercó a Huayna Cápac y le dijo: "Solo
señor, debes saber que la esposa de tu primo hermano Yamque Yupangue ha dado a
luz un hijo". Al recibir esta noticia, Huayna Cápac se alegró mucho y
ordenó que la madre y el recién nacido fueran encerrados durante cuatro días en
un lugar donde no viesen el sol. Pasados los cuatro días, mandó reunir a todos
los señores del Cusco en la plaza para celebrar y hacer sacrificios a los
ídolos por el nacimiento de su sobrino.
Así se
hizo: la madre y el niño fueron encerrados, y al cabo de los cuatro días, Huayna
Cápac, Yamque Yupangue y todos los señores salieron a la plaza, donde se
realizaron fiestas, regocijos y sacrificios durante diez días. Durante esta
fiesta, Huayna Cápac hizo grandes mercedes a su sobrino.
Un año
después, llegó el día de la ceremonia de la tresquila del niño. Huayna Cápac y
los demás señores organizaron una gran fiesta para este evento. Los señores y
señoras del Cusco se reunieron en un círculo, sentándose los señores delante y
las señoras detrás. En el centro del círculo pusieron un haz de paja recién
recogida del campo, sobre la cual colocaron una manta tejida de oro y lana
fina. La madre del niño, con el bebé en brazos, fue sentada sobre la manta, y
frente a ella colocaron un cuchillo de oro.
Huayna
Cápac se levantó, se acercó al niño, tomó el cuchillo y cortó un mechón de su
cabello. Luego, ofreció al niño una joya de oro y le otorgó el cargo del ídolo
de las batallas, llamado Caccha, cargo que él mismo había tenido. Además,
ordenó que el niño fuera llamado Cuxi Yupangue, en honor a su bisabuelo Inca
Yupangue (Pachacútec). "Cuxi" significa ventura, por lo que su nombre
completo significaba "Ventura Yupangue".
Los
demás señores y señoras también participaron en la ceremonia, cortándole
mechones de cabello y ofreciéndole dones. Así se completó la tresquila del niño
y se concluyó la fiesta.
Fin
Compilado
y hecho por Lorenzo Basurto Rodríguez
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